Correos: crisis, privatizaciones y cornetas

Desde que comenzó La Crisis (así, con mayúsculas, que da más miedo, como si fuese el título de una superproducción usamericana), se ha hablado mucho de la posibilidad de privatizar todo tipo de empresas públicas españolas, por aquéllo de conseguir fondos inmediatos con los que abastecer las maltrechas arcas estatales. Todo una derrota del espíritu cigarrahormiguil.

El caso es que muchas empresas han ido cayendo ya, y las apuestas sobre cuáles serán las siguientes abarcan incluso a aquéllas que son claramente rentables, como Loterías, una compañía lógicamente multimillonaria en el país de la quiniela semanal, la bonoloto semanal, las dos primitivas semanales y hasta la quiniela hípica semanal. El país de la superstición y del impepinable “al final cogí un décimo, no vaya a ser que les toque a todos menos a mí…”

Loterofobias al margen, la policentenaria Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos, también es una de las candidatas a la privatización. Aunque en este caso, no cuenta con sus últimos resultados como aval para seguir siendo pública.

La compañía postal perdió 165 millones de euros en 2012, y en las últimas semanas se ha visto envuelta en una llamativa espiral ciclotímica de noticias

Por el lado negativo, sabemos que Correos no sólo pierde dinero. También está en pleno proceso de reducción de plantilla (-2.000 trabajadores en una plantilla de 55.000), algo que comienza a afectar a la carga de trabajo y al servicio en determinadas zonas del rural español.

Por el lado positivo, esta empresa todavía pública también ha generado buenas noticias. Como la previsión de beneficios para este año. O la presentación de un (muy-muy) ambicioso Plan Estratégico a cinco años que espera convertir a Correos en “el mejor proveedor de servicios de comunicación física y electrónica de España”.O los rumores de que una posible expansión a Portugal mediante la adquisición de algún operador luso, lo que haría de la enseña de la corneta (¿Ibercorreos?¿Correos panibéricos?¿Correos PT?) el líder de los envíos postales peninsulares.

[Curiosidad: hay varias empresas públicas de correos que utilizan la corneta para su logotipo. Entre otras, nuestra Correos comparte este retorcido instrumento de viento con sus homólogas sueca, alemana y, bajo una forma mucho más estilizada y ecuestre, con la empresa de correios de Portugal]

El caso es que el presidente de la SEPI, ese macroconglomerado de empresas públicas que tiene en sus manos el futuro del servio postal público patrio, ha negado que Correos vaya a ponerse en venta. Al menos a corto plazo. Sin embargo, la posibilidad sigue muy presente. De hecho, la privatización no sería una idea demasiado original.

En los últimos tiempos, Europa ha presenciado la venta de los servicios postales británico y belga, y la próxima salida a Bolsa de nuestros vecinos de Correios. En todos estos casos, la expectación fue y es máxima. La posibilidad de adquirir un quasimonopolio es muy apetitosa para cualquier inversor, algo que se refleja en el precio de las acciones de Royal Mail, lo que le ha valido severos reproches al Gobierno británico, acusado de malvender una de las joyas de la corona.

Quizá este sea el punto más polémico llegado el caso de plantearse la salida a Bolsa de Correos. ¿Si la compañía va a volver a generar beneficios, por qué vender una compañía capaz de generar semejantes ataques de euforia accionarial en otros países?¿No es lógico que en los próximos años crezca el mercado de la paquetería en base al auge del comercio electrónico?¿Justifica la necesidad de conseguir dinero rápido la pérdida de una posible gallina de los huevos de oro?

Yendo un poco más allá: ¿Es necesario que exista un servicio público de correos para el correcto funcionamiento de un país?

Y la pregunta más importante: ¿Por qué el logotipo de Correos es una corneta?

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