¿Qué es el dropshipping?

Desde luego, si un concepto relacionado con la logística merece abrir una sección como esta, ese es el dropshipping. Lo tiene todo: en inglés (y acabado en -ing), relacionado con el ecommerce, mencionado en múltiples blogs de marketing online… En muy poco tiempo, el dropshipping se ha convertido en una de esas palabras básicas para entender la realidad actual de la logística para las tiendas online.

Seguramente, gran parte de la popularidad adquirida por esta forma de gestionar la logística de un comercio se debe a lo sencillo de su fundamento. Una de esas ideas que, al descubrirlas, producen una reacción a medio camino entre el “Oh, my god!” y “¿Cómo no se me habrá ocurrido a mí antes?”.

Padecimientos psicológicos al margen, lo cierto es que el dropshipping se resume fácilmente: un ecommerce vende un producto que no tiene físicamente, y que ordena a su proveedor que envíe al cliente.

El dropshipping: una idea de éxito

Las ventajas de esta forma de operar son evidentes para los implicados: El vendedor no tiene que afrontar gastos de almacenaje, ni gastos de envío, ni el riesgo de comprar una mercancía que puede no tener salida.  Por su parte, el proveedor accede al maravilloso mundo del comercio electrónico sin tener que molestarse por realizar el esfuerzo de ventas, ya que el vendedor actúa para él como tal, un agente comercial, pero sin costes laborales ni contratos. Finalmente, el cliente recibe el producto en su casa sin haberse dado cuenta de todo el proceso, ya que el proveedor le envía la mercancía de acuerdo con las especificaciones de embalaje y etiquetado que el ecommerce haya establecido.

Sin embargo, y a pesar de su nombre tan angloappealing, el dropshipping lleva asociados una serie de inconvenientes que no siempre son tenidos en cuenta. Por ejemplo, el exiguo margen que el vendedor consigue de cada venta, fruto de la diferencia entre el precio de compra al proveedor y el precio de venta al cliente.

Habilidades negociadoras aparte, con sus ventas unitarias el vendedor tendrá que hacer frente a unos precios por parte de su proveedor que en nada se parecerán a los conseguidos por un gran distribuidor y sus grandes pedidos. Para el proveedor, la decisión de “dropshippear” supone una gran diferencia en su forma habitual de operar. Aunque parezca extraño, para una empresa habituada a trabajar con camiones, pallets y contenedores, pasar a distribuir unidades sueltas y con un embalaje ad hoc puede ser un cambio demasiado drástico para que le sea rentable.

Como puedes ver, el dropshipping es una alternativa logística muy aconsejable siempre y cuando se esté dispuesto a aceptar las dificultades que supone para los operadores. Y desde luego es una gran idea. (Y una gran palabra)

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